Los animales cuentan con bebederos y comederos | Foto: cortesía de Luis Levin

Las escaleras de la Concha Acústica de Bello Monte son el camino hacia una «ventana con la naturaleza», pues luego de superar la mole de concreto hay un mundo donde adentrarse en la montaña que bordea el sitio.

A la entrada, dos bancos sirven a quienes quieren sentarse a admirar la primera parada de ese bosque urbano, donde ardillas y aves pasean.

El profesor Luis Levin, biólogo de la UCV, fue quien hace una década inició el rescate con el «propósito de extender su labor de la universidad, poner en práctica las técnicas de acercamiento de aves y hacer un sitio público para el contacto con la naturaleza».

Poco a poco se ha dedicado a sembrar árboles. Ha creado bebedores y comedores para las aves, ahora más de 25 especies revolotean allí. También un mariposario y una plaza de acuarios, donde cría peces que esperan donar a la comunidad.

Hace un mes crearon una charca a donde mudaron 80 renacuajos que ya vivían en lo verde, con el fin de que en el agua pudieran completar su reproducción. Toda esa vida animal y vegetal están en las casi ocho hectáreas de bosque.

El profesor trae a algunos de sus alumnos al jardín para que hagan su servicio comunitario. Sin embargo, su anhelo es que la comunidad se apropie del sitio y lo cuide.

Tener un pulmón vegetal que limpia el aire, un sitio de esparcimiento y contacto con la naturaleza son algunos de los beneficios de estas áreas verdes. «Hay muchos espacios en la ciudad con potencial para bosque urbano», dijo Levin.

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Título: Un bosque urbano florece en Colinas de Bello Monte

Vía El Universal